La aparición de la  Virgen en Villa Alemana o el eterno retorno de lo mismo.
Tirso Troncoso
                                                            
                                                                 “la realidad es el único libro que nos hace sufrir”
                                                                  ( La Aparición de la Virgen.   Enrique Lihn)

Presentación

Es sintomática la insistencia de volver a tomar como objeto  estético, si es posible hoy llamar de ese modo, a los tópicos sobre los cuales el arte  regresa. La aparición de la Virgen  en unos cerros de Villa Alemana; primero,  como hecho noticioso, luego como tópico poético en Enrique Lihn, como objeto de crónica, Lemebel; como tratamiento  novelístico, en Álvaro Bisama en la obra Ruidos y paralelamente llevada al cine como La pasión de Michelangelo con la dirección de Esteban Larraín, resultan sintomáticas que en esa insistencia hay algo aún no resuelto, la latencia de un problema sin resolver.   Buscamos hacernos cargo de estos diversos abordamientos e intentar ofrecer una explicación que nos permita comprender  este eterno retorno  de lo mismo. Respecto a la obra cinematográfica su análisis quedará para una segunda versión de éste trabajo; a cambio de ello analizaremos un registro fotográfico de Paz Errázuriz realizado en Villa Alemana que sirve de portada a la novela de Bisama.

El segundo punto que nos ocupa es el concepto de trabajo en el contexto de la producción artística.

Los esfuerzos del arte de insistir  en un hecho, su obsesión  es siempre indicativo de que el cierre, en el sentido gestáltico del término, no ha acontecido.  La insistencia de Picasso, por ejemplo, en Las Meninas de Velázquez habla de la imposibilidad de asir  la obra, de trabajar su secreto.


 Intentar responder a la insistencia de un hecho pre-moderno, como podríamos calificar los temas de índole religioso parece un exceso del arte moderno.  Allí se aloja un misterio que necesitamos intentar dilucidar. ¿Se trata de un pre-texto del arte para hacer hablar algo distinto a la ilusión aparicional?;  ¿Es un modo de darse del retorno de lo reprimido frente a la mala conciencia resultado de las continuas desapariciones  de carácter político?  ¿Se trata, simplemente, de desenmascarar las oscuras intenciones de un régimen dictatorial para dirigir a la opinión pública a tópicos distantes de la política?

¿Cómo trabaja el arte que se quiere crítico un tópico aparentemente ajeno al pensar ilustrado?  Todas estas interrogantes nos llevan a recuperar los conceptos de la productividad de la praxis artística. Es por ello que intentaremos dar cuenta de la especificidad de cada una de las obras tratadas atendiendo a sus estrategias productivas y sus plusvalías que son capaces de generar desde una perspectiva ideológica.
Las obras seleccionadas son:  La aparición de la Virgen, Enrique Lihn (1987) Poesía
                                                     Ruidos, Álvaro Bisama (2012)Narrativa
                                                      La transfiguración de Miguel Angel (o "la fe mueve  
                                                      Montañas”. Pedro Lemebel (2006). Crónica
                                                     Villa Alemana. Paz Errázuriz 1986. Fotografía B/N  
                                                                      
                                                             I
                                                     
“La aparición de la virgen”, título que reúne los poemas de Lihn, alusivo a los hechos acontecidos en Villa Alemana, puede entenderse como un escrito de contingencia, como un poemario político. Es obvio que no nos encontramos ante un texto que no  busca hacer apología de un evento de esa naturaleza, sin duda que se instala en la otra orilla, aquella del sarcasmo, la ironía y el desprecio y la denuncia. En resumen, nos encontramos ante un texto político y no religioso como podría suponer un lector ingenuo.
“La apariciones de la Virgen serán irreales no así la aparición de los agentes de la realidad” para luego afirmar “Dios me libre de ser escrito con sangre por uno de esos autores no identificados/ que filman y escriben en vivo y en directo/ En sus cárceles secretas”. (Lihn, 2012). No deja de sorprender los tiempos del verbo “serán irreales”, el poeta no es aquí categórico, para negar de manera asertiva  las apariciones, en realidad ese no es su asunto, no escribe un texto anti religioso. Escribe contra la dictadura cívico militar de Pinochet. Contra sus crímenes, contra la tortura, las desapariciones, etc. Luego ese “Dios me libre, instala aquella afirmación de uso cotidiano que ya se encuentra desprovisto de su fuerza religiosa, es un decir, un modo de desear no quedar expuesto a las brutalidades de los agentes del Estado. Condición incierta, amenazante y que ningún cuidado,  podría ponernos a salvo. Tan incierta es la aparición de la Virgen como el hecho que Dios nos pueda poner a salvo de la brutalidad reinante. La actitud de Lihn está más cercana a la de Primo Levi: “si yo fuese Dios, escupiría al suelo la oración de Kuhn”[1] En ello radica la vulnerabilidad de quien se permite escribir y ponerse en la zona de peligro frente al poder bestial que amenaza a aquellos que no comulgan con la gesta pinochetista.
“Pasen no más señores intrínsecamente perversos a la oscuridad
Que no se hable más de quemados
Que no se hable más de los degollados
Ni de los ajusticiados Ni de los desaparecidos (me tienen curco)”        


Es evidente el tipo de operación de silenciamiento, ya no es la doctrina la intrínsecamente perversa, son los supuestos defensores de ella. La violencia sobre ellos, quemados, torturados, desaparecidos, deben dejar de ser objeto de atención, como decía el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Israel Bórquez “me tienen curco con los desaparecidos”; aludiendo al clamor de los familiares que buscaban saber la suerte de los suyos. La aparición como mecanismo de desaparición de las víctimas de los servicios de seguridad, el perverso juego del poder: frente a la demanda de conocimiento de la suerte de las víctimas,  la aparición de la Virgen instala una cortina de humo ante las demandas familiares de saber el destino de sus seres queridos. La aparición sustituta de la Virgen viene a sepultar las demandas para hacer comparecer los cuerpos de aquellos que la dictadura cívico-militar ocultó.

Ese “Que no se hable más”  es la toma del habla del poder, el modo como se relaciona con el lenguaje el sujeto del poder. Es equivalente a decir: saquen del habla a estos “fulanos” a estos individuos, jamás personas. El poder no puede ver en el otro esa condición y conoce de “nuestra debilidad por la Virgen”. Para luego firmar:
“Es la mamá de todos los chilenos
Pusieron, pues, el enchufe en el sol
Hicieron de ella toda una señora aparición
Que nos hizo caer de rodillas a unos cien mil al pie del cerro

 La administración política de la aparición, tocando esas fibras pre-modernas que perviven como ese discurso silenciado de la oralidad. En este aspecto Pedro Morandé tiene razón cuando sostiene que en el Chile profundo pervive esa vieja cultura de la hacienda en que todos inclinaban su cabeza ante el patrón y las figuras religiosas. Sigue presente, pero en estado de mudez en ese Chile ilustrado y escritural. Ese Chile es el que emerge cuando las fibras de la sinrazón hacen su aparición en momentos de postración y derrota. El poeta o hablante lírico, vuelva a la carga con aguda ironía:

“Pero Ave Purísima
Líbranos de tus falsas apariciones”

Aquí nos enfrentamos al corazón del poema, la interpelación para que la misma fuerza divina separe las aguas de las verdaderas y las falsas apariciones, es decir, la ficción de la ficción. Para luego afirmar en los versos siguientes “Llena eres de recursos de amparos”, expresión jurídica muy socorrida en los años de dictadora, recursos que muchas veces eran negados a las víctimas. Solicitando a las fuerzas divinas que no lo deje caer en la indiferencia. Demanda innecesaria pues el poema mismo es ya un gesto que no deja indiferente, al poeta, las atrocidades de la dictadura.


Nos encontramos en presencia de una “Virgen del neopren”, de una “Virgen de la chacota en la punta del cerro” A  la que el poeta llama “Reina de todos los apagones” ,para luego llamarla “Fosa común de los buscados”            y finalmente referir a ella como “Antiseñora del despojo del POJH”.  Las inusuales características que Lihn ofrece de la virgen acentúan su mirada crítica al régimen político imperante. No es casual que el poeta aluda a aquella sigla que daba cuenta de un programa de ocupación para jefes de hogar en un contexto de generalizada cesantía y que el gobierno buscaba atenuar con un programa de inserción laboral de emergencia en que los jefes de hogar, a través de los municipios, conseguían empleo fundamentalmente de aseo y cuidados de jardines en los espacios públicos.

Se trata entonces de apariciones en el contexto de un pueblo abatido, cesante, incapaz de apropiarse de su propio destino, en un arrebato de irónica unidad el poeta intenta unir lo imposible:
“Vigilantes y vigilados
Perseguidos y perseguidores
Poseedores y desposeídos
Agredidos y agresores
Degolladores y degollados
Allanados y allanadores
Venid y va-á-mos to-ódos”

Frente a esta unidad imposible el poeta da cuenta de la profunda herida de Chile frente a las cuales ni las apariciones de la virgen podrían resolver. Luego el poeta no hace más que ironizar toda la mecánica de control de parte del poder de este evento que despierta la fe popular pero que se pone al servicio del orden establecido. No es casual que  llame chacotera a la virgen de Villa Alemana.


                                                   II

La transfiguración de Miguel Ángel o (”La fe mueve montañas”), crónica que conforma parte del libro titulado “Loco afán”, subtitulado “Crónicas del Sidario”.  Aquí Lemebel alude de inmediato al “oportunismo noticioso, que levanta o acalla sucesos populares de acuerdo a las políticas de turno para aludir luego a diversas apariciones de la virgen ya sean en cortezas de árboles, en la ventana rota de una casa de putas o en el vidrio del auto de Pinochet hecho astillas en el atentado, etc. Estas performance de las apariciones “prenden la tele de la santidad”, de allí en adelante Lemebel se hace cargo del itinerario “del niño santo” para luego dar cuenta de este “yo la vi, yo la vi ella me dijo” allí donde todos veían peñascos o piedras y espinos Miguel Ángel veía a una señora de blanco.  Aquello fue suficiente para que las peregrinaciones de multitudes que buscaban la sanación cambiara por completo la lánguida y tediosa vida pueblerina.  Lemebel se encarga con su prosa barroca de dar cuenta de las transformaciones de Peñablanca en una feria de objetos de souvenir para cuanto sujeto que llegaba como peregrino a esos eriazos.  La partida del santo, según Lemebel, no hizo sino que volver al pueblo a su anonimato y languidez “el viento fue desmantelando los altares y la lluvia del invierno se encargó de desteñir las imágenes arrastradas por la tormenta.  El zapatero desarmó su stand de refrescos y volvió a los zapatos, la modista guardó los frasquitos con tierra del monte…. Y luego y pronto y después todo volvió a ser triste como antes”, pero Lemebel se encarga de rastrear el destino del niño santo que olvidado en medio de los bombazos que la resistencia a Pinochet comenzaba a provocar un nuevo entusiasmo por lo político, el niño Miguel Ángel se borró de la memoria colectiva para retornar transformado en mujer y con pareja con  quien prometía casarse y esperar un nuevo milagro de la virgen: la maternidad.  La nueva virgen ex Miguel Ángel, transformó a Peñablanca en un lugar de peregrinación de todos aquellos disconformes con su condición sexual, nos dice Lemebel “mariquillas que quieren ser mujer, transexuales indigentes que no tienen plata para operarse, hermafroditas naturistas que exponen la próstata para recibir el hachazo celeste.  Son los únicos que aun acuden al santuario, los únicos que riegan de velas el roquerío, los únicos que hacen la manda de quedarse estáticos en pose de diva hasta que retumba el alba.   A ver si María desde el cielo los escucha, a ver si la mamita virgen, para callado y a espaldas de Dios , baja a la tierra para repetir el milagro, tan barato, tan suave como un golpe de azucena, sin anestesia y sin dolor” A Lemebel le interesa explotar la condición sexual poniendo énfasis en los aspectos transgresores que puedan obtenerse de un fenómeno de naturaleza religiosa, su trabajo es entonces un esfuerzo por instalar las demandas de las minorías sexuales como un requerimiento de índole sagrado que le pueda permitir por mediación de la virgen desordenar el mundo de Dios. El texto de Lemebel visualiza en la fantasía de las apariciones una propuesta emancipatoria en la medida en que las demandas milagreras se orientan a la modificación de las condiciones que impone la naturaleza, podríamos denominar a este hecho como una demanda contra la biopolítica imperante que busca poner a la virgen al lado de los transgresores y desobedecer el autoritario mandato de Dios Padre. No es casualidad que el vagabundo escritor que merodea la zona del barrio Lastarria se autodenomine “El anticristo” o “La secretaria de dios”. Nadie puede experimentar una hierofanía  si no es al precio de negarse sustancialmente, lo que es lo mismo que enloquecer.


                                                      III


El más reciente de los textos es la novela publicada por Álvaro Bisama  titulada ”Ruido” en agosto del 2012.  La mirada de Bisama podemos considerarla un trabajo testimonial puesto que su adolescencia tuvo como escenario el pueblo de Villa Alemana lugar en que los sucesos de la aparición de la Virgen acontecieron, por lo tanto su interés está centrado en los avatares de la provincia que experimenta una verdadera revolución en sus prácticas cotidianas al verse invadida por miles de peregrinos que acuden a la búsqueda de cura o movidos por un delirio religioso. Se trata de un relato que va del presente al pasado “el vidente ya había muerto cuando su rostro empezó a aparecer; los miembros de su ejército de apóstoles habían vuelto a sus cuarteles; la santidad era solo un resto radiactivo en un muro de adobe” (pág. 12) Se trata de un acto casi arqueológico desde un nosotros que mira la infancia como un conjunto de pesadillas. Se trata de un momento incierto de muchachos provincianos que  como en Pedro Páramo las fronteras entre la vida y la muerte resultan siempre difusas. La presencia de la radio AM con programas de ovnis, consultorios sentimentales acompañaban el sueño y que a veces de madrugada referían al vidente de Peña Blanca.  Nos dice Bisama “A veces, en esas radios de madrugada, hablaban del vidente –evidentemente, refiriendo a Miguel Ángel- . Lo recordaban como un escombro que venía de una galaxia lejana” el trabajo de Bisama es un hacerse cargo de la memoria, de contornos difusos, anómalos como si se tratase de espectros que rondan la provincia “caminábamos por la casa y nos convertíamos en la sombra de nuestras propias habitaciones”


Las descripciones que Bisama hace de la ciudad se aproximan a aquellas imágenes que Rulfo hace de Luvina en  el “El llano en llamas” “Mas allá estaban los potreros, las colinas llenas de espinos y los sueños opacos de los huesos de los conejos muertos”. En ese mundo aparecen personajes con proyectos delirantes como es el caso de aquel astrónomo que predecía temblores y catástrofes desde su rudimentario laboratorio instalado en una casa quinta en Villa Alemana, conocido como Muñoz Ferrada. Que envejecido, paso al olvido en el mismo instante en que el vidente acaparó la atención.

El texto de Bisama es un conjunto de fragmentos, esquirlas de una historia que sirven como escenario a las apariciones de la virgen. El vidente es uno más en ese mundo fantasmagórico de un muchacho reflejado en un video juego en un lugar de Villa alemana, volados con Neoprén en esas naves espaciales que reventaban en galaxias desconocidas. El texto de Bisama se encarga de dar cuenta del proceso de cómo Miguel Ángel inicia su “ministerio”, como comienza a ser escuchado. “En esa época empezamos a escuchar del milagro. La noticia corrió en el boca a boca… La virgen se le aparecía a un niño y le decía cosas, la virgen se aparecía en un cerro; el niño era un santo; el niño miraba al cielo, hacía milagros” De ahí en adelante el autor da cuenta de cómo este pequeño secreto de provincia comienza a volverse un hecho masivo, vuelve a insistir Bisama que no es posible pensar esos años sin la presencia del vidente “no podemos pensar en la dictadura sin  la luz de la virgen que ilumina el cuadro desde el fondo. Tras la tela están los cadáveres, las salas de tortura, los agujeros donde fueron a parar los cuerpos de los muertos, el mar silente sobre el que volaron los helicópteros que lanzaban los cadáveres al mar. Tras la tela están los cerros donde enterraron los cadáveres cubiertos de sal” Esa es la presencia de aquella “tela” en que se desenvuelve la infancia del autor junto a sus amigos, ante la pregunta de cómo crecimos, el texto de Bisama da cuenta de pequeñas fotografías de hechos nimios que van dando cuenta de la historia local y otros hechos de mayor relevancia que ofrecen contexto a esas pequeñas historias “crecimos con el sonido de la radio de fondo: de cómo las canciones de amor se intercalaban con las noticias de las bombas, el relato de los fosos abiertos y llenos de cal donde los pelos se habían pegado a los huesos y la piel se había retirado de los labios, y todas  las bocas estaban abiertas en esa oscuridad húmeda” y siguen sus descripciones refiriendo a esas pequeñas historias infantiles “crecimos entre laminitas de álbumes de robots asesinos.  Crecimos con más álbumes pero de héroes de guerras  pasadas” Historias de maltrato y de denuncias se van intercalando con el registro de las experiencias del misticismo popular que fue envolviendo el destino no  sólo de Miguel Ángel sino de un pueblo que busca el éxtasis religioso como estrategia para escapar del tedio de la vida provinciana, son cinco años de recuerdos que se anudan para contar la historia colectiva de un pueblo sumido en el tedio dictatorial en que sus jóvenes matan el aburrimiento remedando a los grupos metaleros que comienzan a penetrar la culturas locales inhalando Neoprén,  adhesivo muy tóxico utilizado como alucinógeno.


“El mundo estaba hecho de fotos”, nos dice en la página 68, una cierta inmovilidad de la realidad en la que se buscan encontrar señas, vestigios de las apariciones, no bastaba con lo que los ojos testimoniaran, era necesario el registro, miles de registros fotográficos buscando una seña de la Virgen.  Pero algo queda fuera del cuadro, hay algo que no aparece, “imágenes sagradas que duran tan solo un segundo”.


“Ahí están las multitudes arrodilladas esperando el fin de todas las cosas. Todos están golpeados por algo que está fuera del cuadro, padeciendo un calvario que apenas alcanzamos a comprender”. Hay algo que queda fuera de la fotografía, algo que los registros no pueden asir, un dolor que rebasa los límites del registro, señas atávicas de los ríos pre-modernos que encuentran expresión en lo ritual propio de la fantasías de un pueblo que ha perdido la capacidad de dar curso protagónico a su propia historia.


Si no fue el Papa quien asistió a Peña Blanca si lo hizo Pinochet, aquí se encarga Bisama de mostrar el tinglado,  el autor describe cómo son todos los actos prefabricados de la política,  funcionarios, francotiradores, carteles entregados a los niños, polvareda pueblerina de la que nada queda. “Nosotros nos dedicamos a destruir los carteles del partido falso de la policía secreta, a golpearnos con los palos de madera… Pinochet se había ido”. Bisama se encarga de recordar que el año anterior había fracasado el atentado contra el dictador y los medios  televisivos mostraban las marcas que el Roquet  había dejado en los vidrios blindados del carro del tirano en la que podía verse algo así como la silueta de la Virgen.


“Solo quedaba el rastro de mugre que había dejado: las calles sucias, los panfletos a su favor, el confeti muerto, la sensación de que todo había terminado y que en el valle solo quedaba la basura, la soledad y el aburrimiento”. Luego de este desierto que describe Bisama, sin nombrarlo,  refiere a Enrique Lihn, que por esos días daba batalla a un cáncer terminal: “En Santiago, un poeta había anotado en un libro: “La Virgen Chacotera”. Allí la narración se vuelve un homenaje a la manera de Durrell en el Cuarteto de Alejandría, cuando refiere a Kavafis como el viejo poeta, precisamente en la primera de ellas: Justine. En palabras de Bisama: “….el poeta estaba lúcido.  Se enfrentaba a su propia extinción amparado en el cinismo, convertía el horror a la nada en una broma.  Se sumergía en lo real”.  Describe esa última batalla del poeta, frente a un presente despreciable, es por ello que Bisama sostiene “La Virgen es una metáfora feroz de aquellos días: una madre profana capaz de convocar el horror, de hacer aparecer la muerte. María es una Virgen de cartón piedra, una Virgen de mierda”.  Decíamos homenaje más arriba, agregamos complicidad con el poeta de aquellos muchachos  que, al igual que el poeta, no presentan entusiasmo por el vidente y las apariciones para perderse en un cine de provincia en que mandriles asesinos descuartizan hombres y otras fantasías  del cine de tercera categoría inundan la provincia.  Digamos un modo de sobrellevar el tedio de aquel  presente dictatorial que no da tregua a aquellos adolescentes  que abandonan la niñez  en las polvorientas calles de Villa Alemana escuchando metal hecho en las periferias del mundo.  “Las letras eran bestiales: vómitos sobre la soledad y la violencia, canciones de desamor en medio de los cerros, anotaciones sobre los enemigos posibles”.  Todo el acontecer de un pueblo chico es el “ruido” que, como música de fondo del tiempo dictatorial, avizora los avances democráticos que traerá consigo la nueva década.


                                                        IV

La fotografía B/N que Paz Errázuriz tituló Villa Alemana y que sirve de portada a la Novela Ruidos es uno más de los miles de registros fotográficos que se hicieron en Peña Blanca con motivo de las “apariciones” que por cinco años acontecieron en los cerros cercanos a Villa Alemana. Las fotografías buscaban atrapar los diversos modos en que la Virgen se mostraba, en las nubes, en las sombras de los árboles, en las rocas, etc.  Lo significativo del registro que hace Errázuriz es el volver la cámara hacia los peregrinos, a esas multitudes que suben a ver o escuchar los mensajes que la Virgen entrega al joven Miguel Ángel.  En primer plano dos mujeres mayores vestidas con túnicas blancas y velos blancos llevando cirios encendidos y crucifijos se encaminan hacia la cima. En el centro una mujer más joven portando en sus manos también un crucifijo pero sus ropas son oscuras, en un tercer plano se logra ver un cuarto de rostro de un hombre con jockey, luego, difusos los árboles que llevan la mirada al fondo del valle.


Los ilustrativos trabajos de M. Eliade sobre la experiencia de lo sagrado que él denomina hierofanías, remiten a un tipo de experiencia que traspasa límites del orden natural. El espacio y el tiempo adquieren peculiares formas en las que no sería posible sino experimentar algo indecible e incomunicable. En estos rostros gastados por el tiempo, secos y taciturnos del Chile profundo Errázuriz logra que su cámara no se vuelva una intrusa e invada la experiencia, es obvio que ella se ha interpuesto en su camino, seguramente es una de las pocas personas que se vuelven a lo ya andado, un estorbo que rompe el sentido natural del movimiento. Pero nada de ello distrae a las peregrinas, sus ojos no buscan la cámara, no les genera curiosidad ese dispositivo que las eternizará, su rito es más importante que la fugaz experiencia fotográfica.  Nada las distrae, están en lo suyo, no hay distracción, nada las saca de su faena con lo sagrado. En ello radica el valor del trabajo fotográfico: hacerse invisible; sólo ello permite que el registro no sea adulterado por la presencia del dispositivo fotográfico.  El mérito de éste registro es justamente ese: la cámara no saca de lo suyo a las fotografiadas. Alguien nos podría decir que con un buen teleobjetivo podríamos lograrlo, pero la nitidez del registro, los detalles, la inclinación de la  llama del cirio, el anillo, etc. nos habla de una corta distancia del registro.

El pañuelo próximo a los ojos de una de las peregrinas indica la emocionalidad que la experiencia conlleva, la proximidad del dolor, lo sobrecogedor de la experiencia y por otra la comparecencia de un pueblo herido que clama al cielo por un pequeño milagro.

                                                  V

            Hasta aquí hemos hecho el esfuerzo por describir y analizar los diversos modos de apropiación de lo que problemáticamente podemos llamar un hecho puesto que el tópico en cuestión es una aparición o un conjunto de apariciones de carácter religioso acontecidas en un pueblo de la quinta región.

            El trabajo que los artistas  han realizado con este fenómeno tiene un común denominador el develamiento crítico de las condiciones sociopolíticas reinantes en la segunda mitad de la década de los ochenta.  El contraste entre una iglesia crítica y antidictatorial que reunía a cristianos de base que habían asumido abiertamente tareas de resistencia frente al  régimen cívico- militar, recuérdese las tareas de la Vicaría de la solidaridad, el movimiento Sebastián Acevedo y las diversas tareas en pos de los Derechos Humanos.   Nos encontramos aquí con ese otro rostro de la religiosidad, aquel del misterio, de la oscuridad  en que el hombre aparece sometido a fuerzas que no puede controlar.  Lo que estaba en juego entonces, en esta interesada apropiación de lo religioso por parte del régimen militar no era sino que el intento de levantar esa forma irracional de una religiosidad del sometimiento.   No es este el espacio para explicar otros fenómenos afines con este como por ejemplo la santificación de  Teresita de los Andes antes que la santificación de Alberto Hurtado que encarnan dos formas muy disímiles de abordar la experiencia religiosa.

El trabajo del arte como acción liberadora encuentra en este hecho sobrenatural la posibilidad de elucidar de manera crítica el contexto dictatorial en el cual acontece el fenómeno de la supuesta aparición de la virgen. 

La creación sobre el objeto artístico del que hemos dado cuenta en este breve escrito quiere demostrarnos que no son los objetos en sí los que determinan la carga emancipatoria que pueden contener, se trata más bien  de la estrategia constructiva que permite develar la acción crítica frente a un régimen que busca servirse de lo religioso para consolidar su hegemonía y darle  al régimen militar  un carácter trascendente que  hiciera posible investir con los ropajes metafísicos su barbarie.  No es casual que Bisama cierre su novela con un verso de Enrique Lihn que nosotros reproducimos:
 “La realidad es la única película
  que nos quita el sueño”







Bibliografía

-          Obras analizadas

Lihn, Enrique, “La aparición de la virgen y otros poemas políticos”, ediciones
 universidad  Diego Portales (2012), Santiago de Chile.
Lemebel, Pedro “Loco afán” editorial Anagrama s.a. (2000), Barcelona
Bisama, Alvaro “Ruido”, editorial Alfagura (2012), Santiago de Chile.

-          Obras consultadas
Levi, Primo, “si esto es un hombre”, ediciones El Aleph (2003), Barcelona
Morandé, Pedro,  “Cultura y modernización en América Latina” universidad Católica de chile, (1984), Santiago de Chile.
Eliade, M, “Lo profano y lo sagrado
Durrell, Lawrence, “El cuarteto de Alejandría”. “Justine”, editorial  Edhasa, (2007), Argentina



[1] “Poco a poco, prevalece el silencio y entonces, desde mi litera, que está en el tercer piso, se ve y se oye que el viejo Kuhn reza, en voz alta, con la gorra en la cabeza y oscilando el busto con violencia. Kuhn da gracias a Dios porque no ha sido elegido.
               Kuhn es un insensato. ¿No ve, en la litera de al lado, a Beppo el griego que tiene veinte años y pasado mañana irá al gas, y lo sabe, y está acostado y mira fijamente a la bombilla sin decir nada y sin pensar en nada? ¿No sabe Kuhn que la próxima vez será la suya? ¿No comprende Kuhn que hoy ha sucedido una abominación que ninguna oración propiciatoria, ningún perdón, ninguna expiación de los culpables, nada, en fin, que esté en poder del hombre hacer, podrá remediar ya nunca?
              Si yo fuese Dios……..”
Levi, P.: Si esto es un hombre. Pag. 141  6ª edición. Gómez, P. (trad.) Barcelona: El Aleph Editores, 2003.

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