EL SUEÑO DEL DORMILÓN

 

En junio de 2023 conocí a Rodolfo Santullo y a Carlos Aón, los autores de El Dormilón, novela gráfica publicada en Chile por editorial Antü. Su primera edición en Argentina fechada en el 2016. Gracias a Rodrigo Elgueta,quién los había conocido en el festival internacional  de la Bande Dessinée d'Angoulême, invitándolos a la Feria del Libro de Santiago.

El Dormilón se ha ganado un  gran reconocimiento a nivel mundial traspasando las fronteras de occidente. Digamos que lo único que no se ha dormido es el interés por esta visión postapocalíptica que desarrolla. Seguramente que el salto del comic a la TV de El Eternauta es un referente que nos permite inscribir a El Dormilón en esa atmósfera nihilista de nuestro presente. Cada vez que me aparece en pantalla esa imagen de la motosierra, tan icónica de nuestro tiempo, me parece encontrarme ante una viñeta más de cualquiera de estas dos novelas gráficas.

Del mismo modo que A Gregorio Samsa su cuerpo se transforma en un bicho repelente al dormilón se le transforma el mundo, digamos se despierta en medio de la catástrofe sin que nadie colabore a mediar para poder comprender. Es como en ese film alemán Good Bye Lenin en que la madre recupera la conciencia cuando el comunismo estalinista ha llegado a su fin, con la suerte que ella cuenta con un hijo que intenta, a pesar de todo, hacerle ver que las cosas no han cambiado. Es verdad, a modo de caricatura o parodia.

El desierto crece, nos decía Nietzsche, aquí el desierto es Buenos Aires, queda un edificio en pie en que se atrincheran los últimos humanos, si acaso es posible llamarles de ese modo. El exterior es tierra baldía habitada por caníbales que amenazan a esa pequeña comunidad que no es precisamente de santos. Siempre hay entre un infierno y otro túneles secretos que permiten ciertos intercambios, este no es la excepción. Mediante ondas radiales saben que el fin no es absoluto, hay otras ciudades que continúan sus vidas como si nada ha pasado. Esas remotas señas, sin duda abren opciones para que no todo termine al interior de esa cárcel refugio de sus inquilinos. Este grupo humano cada vez más mermado, resultado de los crueles intercambios, latas de conserva a cambio de humanos, que alimentan la barbarie exterior.

Más allá de las explicitas alusiones a obras como el film El dormilón de Woody Allen que, por lo demás, los propios autores reconocen, también, de manera más  indirecta, no recuerda esa claustrofóbica obra sartreana de A puertas cerradas, en la que se muestra que el infierno son los otros.

En Argentina ya apareció una segunda parte El dormilón, La caravana que esperamos pronto ver editada en Chile.

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