Despedida a un amigo

 

Carlos Altamirano fue un amigo integro y ejemplar. Nos conocimos en aquellos años en que muchos chilenos no podían ingresar al país. Él lo hizo de manera clandestina, digámoslo fue un hombre valiente, pues no temió exponerse a la boca del lobo. Vivió los horrores de las cárceles dictatoriales y expulsado de Chile. En los años de la UP estudió medicina en la U. de Chile y mantuvo una intensa vida política. En Inglaterra estudio Sociología y al poco andar decidió volver al país.

Simplemente una anécdota que pudo tener peligrosas consecuencias, decidimos ir al cine a ver Bodas de Sangre con Antonio Gades, aquel film de Carlos Saura en función de noche y a la salida, lo hicimos rápido pues pronto se iniciaba el llamado toque de queda, fuimos los primeros en abandonar la sala ubicada en la calle Manuel Montt, nos dirigíamos hacia la Avenida Pedro de Valdivia y fuimos interceptado por un auto con cuatro sujetos que rápidamente bajaron y nos llevaron contra el muro con sus armas, nos pidieron nuestros cédulas de identidad y uno de ellos intenta comunicarse con la central, al parecer no conseguía establecer contacto y los pocos asistentes al cine comenzaron a ocupar la calle, ese excesivo movimiento, al parecer, fue lo que fortuitamente vino en nuestro auxilio y nos dejaron ir. En realidad nunca volvimos a hablar del film.

Si bien es cierto que no compartíamos su ideario político la amistad nunca estuvo en juego. Esas paradojas del destino, ayer le escribí un WS sin saber que Carlos ya no era de este mundo, en el mes de diciembre falleció y no nos enteramos. Se había ido a vivir al balneario de Las Cruces, lugar en que disfrutó parte de su infancia también y allí terminó sus días.

Si bien es cierto no logró ver realizados sus ideales su intachable comportamiento y coherencias vitales son muestras sólidas de un hombre de convicciones. Su lealtad a toda prueba, su generosidad y su compromiso con la construcción de una sociedad nueva será para nosotros un recuerdo imborrable. Adiós amigo!

 

 

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